¿Es un cuento? ¿Es una historia?...
Simplemente es un relato basado en
hechos reales complementados con algunos delirios que, a veces, tienen mucho
mas de verdad que las verdades mismas.
Dedicado a
“los
ángeles de la terapia”
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A EMPEZAR
El
anciano, de barba blanca y bien recortada, me miró con ojos que denotaban un
asombro creciente.
-
¿Que… que hace usted aquí? –
Lo
miré haciéndome el que no entendía lo que estaba sucediendo y me encogí de
hombros.
- Que
usted esté llamando a esta puerta es un total absurdo… - barboteó - ¿Tiene idea
de la increíble cantidad de víctimas suyas que tenemos agendadas? ¿Quién lo
mandó para acá? ¿Algún chistoso? –
Lo
miré comprensivamente. Mentalmente hice un repaso de lo hecho hasta ahora y si
ponía en la balanza los éxitos y los fracasos, buen… mejor no ponerlos.
El
anciano se desesperó para que comprendiera.
-
No, no, no… aquí hay un error… a Ud. le corresponde… el otro portal… ¿ “Capisce”’?... El
otro –
Y se
estiraba para señalar un portón medio desvencijado que se erguía entre dos
nubes violáceas.
Después
de asegurarse de que lo había entendido cerró el portón con violencia sin darme
tiempo a agradecerle aquella definitiva información.
Caminé
tan velozmente como me lo permitía un difícil terreno que se hundía y se
levantaba en forma caótica e imprevisible (Como caminar sobre un colchón de
agua) hasta que por fin me detuve frente a un portal extremadamente alto.
Evidentemente le hacía falta mantenimiento porque se advertía la pintura
resquebrajada, y hasta descascarada, en muchos lugares.
Golpee
y me quedé esperando.
Pasó
un cierto tiempo hasta que oí algún sonido del otro lado. Algo así como un
arrastrar de pies que cansinamente se acercaban al pórtico. Me pareció,
también, escuchar una protesta ahogada, con seguridad una maldición o algo
parecido.
La
puerta se abrió bruscamente y tras ella apareció un ser macilento, de aspecto y
edad indefinidos. Apenas me vio, el tono pálido, casi marfil, de su cara,
comenzó a cambiar de color.
-¿Qué…
que hace usted aquí? –
¡Otra
vez la misma estúpida pregunta!
- ¿Qué
se yo?... Me… me mando el señor de al lado – balbucee.
- ¡Que
hijo de…! ¡No querido, no!… ¡Aquí no! – Y señalaba con vehemencia el lugar
donde se hallaba parado - Si yo lo dejo pasar con seguridad me desprestigia el
negocio… acá somos malos… si… pero tenemos nuestros principios… ¡Pero que hijo
de…!- Y sin darme ni la menor oportunidad a responder se dio vuelta y se
dispuso a cerrar el portal, tal como lo había hecho el personaje anterior.
- ¡Ah,
no viejito! – Exclamé mientras le ponía el pie evitando el portazo que se
venía
-
Los dos se lavan las manos ¿Y yo qué?... ¿Qué soy yo… el hijo de la
pavota? –
El tipo me miró como si no
entendiera mi reclamo.
Eso
me puso más verde todavía.
- Escuchame,
pedazo de bofe… Si el cielo no me quiere y el infierno no me acepta… ¿Qué
carajos hago yo?… ¿Me querés decir?… ¿Qué carajos hago? –
Me miró casi con lástima. Se rascó
la barbilla. – “Se debería quedar en el limbo, así no jode más a nadie” – pensó en voz
alta.
- ¡Ma
si! – ladró – ¡Mientras no sea para acá agarrá para donde se te antoje! ¿Sabés
que podés hacer?... Volvete por donde viniste… y… por – fa - vor… ¡No rompas
más! – y sin darme tiempo a reaccionar empujó con tal fuerza el portón que tuve
que sacar el pie lo más rápidamente que pude. Llegué a escuchar claramente como
colocaba el seguro y algún tipo de tranca, no fuera a ser cosa que yo tuviera
alguna posibilidad de filtrarme.
De
pronto la iluminación del ambiente había desaparecido y la negrura más espesa
parecía envolverme, haciéndose eco de mis atribulados pensamientos.
Muy
pequeñita, una luz extremadamente brillante, comenzó a abrirse paso entre las
tinieblas. No entendía muy bien lo que sucedía pero me dispuse a esperar. El
destello se hacía cada vez más pronunciado y progresivamente iba invadiendo
todo el espacio. Me pareció oír voces que provenían del otro lado de la luz.
Lo
primero que vi fueron unos frascos, o mejor dicho unos sachés, con unos tubos
delgados, transparentes que descendían de su parte inferior. Pronto descubrí
que llegaban, como autopistas de una novela de ciencia ficción, hasta
incrustarse en mis brazos, transportando un líquido que goteaba
apresuradamente.
Sentí
una opresión… en realidad una delicada presión sobre mi pecho. La luz intensa
me molestaba por eso tuve que parpadear varias veces hasta que pude identificar
a una joven doctora quien apoyaba, protectoramente, su mano izquierda sobre mi
tórax, mientras que con la derecha controlaba mi pulso.
- Ya
está… por suerte revirtió con la atropina. ¡Uff! – Suspiró – faltó poquito –
Recién
recapacité en lo que había pasado.
Por
allí escuche “fue un bloqueo aurículo ventricular transitorio”.
“Que
lo parió. Así que safé por un pelo - razoné - Ja… que linda jo…”
Y
ahí me di cuenta.
Cerré
los ojos con fuerza y al abrirlos seguía en el mismo lugar. Tendido, cuan largo
soy, en la cama de terapia.
¡Cómo
me cagaron!
Ni a
un lado ni al otro… Noooo… la cosa tenía que ser peor y los muy hijos de su
madre la pensaron bonito.
Nada
de pasar para el otro mundo, nada de acabar aquí y ahora. La pena no podía ser
peor… me habían condenado a volver a convivir con mis semejantes.
Solamente
a ellos se les pudo ocurrir una tortura más sofisticada.
Comprendí
que no me quedaba otra alternativa. Traté de aceptar mi condena. Me relajé y
dejé que siguieran trabajando.
En
el fondo, muy en el fondo, mezclado con las voces de las enfermeras que corrían
cumpliendo las órdenes que impartían los médicos, escuchaba, como entre sueños,
a Lerner empecinado en canturrear:
“Y mañana será un nuevo día… Volver a empezar”.
Llegue a tu blog por casualidad y comence a leer tu escrito el cual no importa si es un cuento o un reltato, simplemente a traves de las palabras poder atrapar al lector y hacer que este no pueda detenerte hasta llegar a la ultima palabra, algo que tu sabes como lograrlo.
ResponderEliminarDisfrute mucho leerte y espero seguir haciendolo, y espero tambien me visites y me leas http://abzurdahzenizientah.blogspot.com/ SALUDOS!!!!